La semana que viene (sin falta)

Mi antigua compañera de trabajo me invita al estreno de susodicha película. Íbamos sin demasiadas expectativas y salimos aun con menos, y la correspondiente charla sobre el estado del cine español.
La primera sorpresa al entrar al cine, fue que aunque había gente de la industria nos acompañaban también un centenar de lo que creo eran “tuneros” (dicese de aquel ser ama a su coche hasta el punto de convertirlo en una especie de Pamela Anderson, pero con ruedas) que llamaban a mi compañera de curro bajo el grito de guerra de “Rubiaaaaa ¿dondetevaasentar?”. Sin duda, ellos fueron lo mejor del estreno, además de un excelente público que se reía y hacía comentarios en alto, algo que habitualmente solo se le permite al señor Quentin Tarantino.
Después de esperar casi tres cuartos de hora comenzó la película. La historia no tenía demasiado interés, había personajes no necesarios que no cerraban su historia y que alargaban el metraje hasta más allá de lo permitido para una película de este estilo. Lo único interesante fue ver mi barrio y el vecino plasmados en pantalla.
¿Por qué nos seguimos gastando dinero en hacer películas como esta?