martes, enero 03, 2006

Nochevieja 2006


Comienzo el año sobre tacones. Consigo no atragantarme con las 12 uvas, y sigo sin saber el plan para la noche. Sara llora al otro lado de la línea telefónica, debe haber vuelto a discutir con su novio, así que no nos queda más que el plan B, fiesta en Legazpi en la casa de unos amigos de un amigo de una amiga. Sincronicemos. Nos queda media hora de metro, no hay taxis, hay atascos. En el anden me doy cuenta de que hace años que no me visto de largo en estas fechas. A mi alrededor chicas con moños, tacones imposibles y escotes que desafían el frió de la noche, acompañadas de chicos vestidos todos con el mismo traje pero con diferentes colores en las corbatas.
No sé como llego a Legazpi y allí me espera Ana. Al parecer Rosa que era el contacto para ir a la fiesta se ha quedado tirada en Avenida de América a mitad del trayecto, y no hay taxis, no hay metro, no hay nada. Consigo hablar con Sara que ya no llora y me dice que vayamos a su fiesta en Manuel Becerra. Volvemos al plan A, pero no tenemos forma de llegar.

Ana y yo decidimos andar hasta:

a) encontrar un bar
b) encontrar un taxi
c) encontrar una parada de búho
d) morir por congelación

Mientras caminamos por el Paseo de las Delicias, pasa un autobús lleno de gente. Corremos tras el y nos lleva a través de Atocha y el Paseo del Prado hasta Cibeles. Las calles están llenas de cientos de personas celebrando el año nuevo. Llegamos a Manuel Becerra y nos llama Rosa y compañia, ya que andando han llegado hasta donde estamos nosotras. Nos reunimos para la fiesta, María llegara en media hora. FIESTA. Desde la el salón en el que escuchamos música, bebemos copas, hablamos con desconocidos y nos presentan a desconocidos por conocer, hay una ventana que da al edificio de enfrente. Podemos ver las fiestas de los vecinos a los que saludamos, alzamos las copas y brindamos con ellos desde la distancia. Alguien toca la barbuca y alguien un cajón, mientras Alberto me saca a bailar.

La muchedumbre decide moverse a otra casa en Rivas, pero nosotros optamos por ir a casa de Ana. Nos dividimos en dos taxis, el que nos lleva hasta allí nos cobra 6 euros de suplemento, discutimos con el taxista nos enseña las tarifas y finalmente aceptamos pagar semejante recargo. Les preguntamos a los del segundo taxi si han tenido que pagar los 6 euros, pero nos dicen que solo han tenido que pagar 5 euros, al parecer el taxista iba demasiado borracho y decidió hacerles un descuento. Ya decía yo que las curvas que hacia no podían ser a propósito.

Cruzamos la calle para llegar hasta la casa de Ana, pero o no... algo nos detiene, algo nos atrae, es más poderoso que nosotros, es un KARAOKE. María y yo tras una larga meditación decidimos cantar Pimpinela, Tim intenta encontrar alguna canción en inglés a su medida, finalmente se decanta por “Penny Lane”. Para cantar en un karaoke, primero hay que entrenarse duramente, para lo cual pedimos copas bien cargadas. Hay un par de chicas que destrozan canción tras canción, hasta que una chica rapada embutida en un vestido negro las saca del escenario y con ellas a todos sus amigos. Uno de ellos intenta enfrentarse a ella, pero una de las destroza canciones le coge del brazo y le obliga a salir. Nos miramos, y decidimos marcharnos, ninguno pensamos enfrentarnos a todos esos músculos. Huimos y mientras intentamos encontrar un sitio donde tomar un chocolate con churros, cantamos la canción de Pimpinela que no hemos conseguido destrozar en el karaoke. Han abierto el parque del Retiro, dudamos entre congelarnos en la estatua del Ángel Caído, o tomarnos un colacao caliente en casa de Ana. Gana esta última opción. Vemos el amanecer, escuchamos música, nos reímos, y decidimos irnos de una vez a dormir.

María y yo luchamos por un taxi, pero todos deben estar tomándose un chocolate en algún sitio que nosotros no encontramos. Finalmente encontramos uno, y yo galantemente se lo cedo. Parece que voy a tener que volver en metro, mientras me dirijo hacia allí, se para un coche con dos chicos y se ofrecen a acercarme a alguna parte. Les digo que no educadamente, no sé en que mundo vivirán ellos pero en el mío, no se aceptan caramelos de desconocidos. Me paro un segundo, miro mi reflejo en un escaparate... mmmm, no no doy la impresión de cobrar por un viaje. En el metro esta la misma gente que horas atrás pero las chicas tienen el rimel corrido, los zapatos de tacón en la mano, y los chicos la corbata sin nudo.

Una última sorpresa al llegar a casa, al abrir la puerta del portal me encuentro a un tipo muy borracho intentando abrir la puerta de la luz. Le pregunto quien es, el tipo no puede articular palabra, así que le pido que salga del portal, él se choca contra la pared, luego contra la puerta, tropieza por los dos escalones, llega a mi lado, le empujo fuera y cierro. Veo como se tambalea y se cae en plancha sobre los setos. Me pregunto sí será uno de mis vecinos a los que no conozco, me encojo de hombros “no se puede ir tan borracho que narices”.

Gracias a todos los que colaboraron en hacerme reír tanto que aun me duren las agujetas y en hacer esta nochevieja una de las mejores de mi vida.

5 Comments:

Anonymous Anónimo said...

jejejejeje, no sé, pero ¿soy yo o el relato tiene un tono irónico?

7:40 p. m.  
Blogger Meet me in Montauk said...

no, no me lo pasé genial. Lo del tono irónico ha debido ser sin querer queriendo

2:21 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Bonito añadido el de la foto.
;)

8:40 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Qué hace mi foto colgada en internet?y mi plus por derechos de imagen?y mi cigarrito del buen rollo?y lo que te quiero???????????????????????????????????????????????????????????

4:42 p. m.  
Blogger Meet me in Montauk said...

El cigarrito del buen rollo llegara, cuando puedas comer sin echarte el cafe encima, sin mancharte la chaqueta... en definitiva "usuario anonimo" cuando aprendas a comer.
P.D. ¿Eres abogado? ¿Me vas a demandar? en ese casoooooooooo Yo también te quiero... ¿ya no me demandas? ¿Un cigarrito del buen rollo?

1:10 a. m.  

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