SALVADOR: cine con mayúsculas

Uno de los alicientes añadidos de ir al cine a ver películas españolas, es que no tienes porque ir a una de las minisalas de la plaza de los cubos, sino a un cine con mayúsculas: al “Palacio de la música” con sus butacones, con un encantador chico que te sirve palomitas, coca-cola o pastillas de goma y con una pantalla enorme. Así que hacia esa inmensa sala nos dirigíamos a ver “Salvador”. De nuevo quedo confirmado mi principio de que en un 99% de los casos a los cinco minutos de proyección, ya puedes predecir si lo que te están dando es una buena película o no. En este caso, era cine, cine de verdad, con mayúsculas. Una película estética en la imagen que en ocasiones se transforma espectacularmente en imágenes aéreas de luces y sombras, una fotografía hermosa y evocadora de un tiempo pasado y de un tiempo presente; esteticismo que contrasta con la dureza de la historia, que se complementa con la brillante interpretación de sus actores… sin contar a la más que prescindible Ingrid Rubio efectivamente interpretando de nuevo a Ingrid Rubio. Un inmenso Daniel Brühl en pantalla en una de sus mejores interpretaciones y en uno de los mejores trabajos que he visto en mucho tiempo. Y una más que impecable dirección por parte de Manuel Huerga que no se prodigaba por estos lares desde la también excelente “Antártida”.

¿Quién dijo que no se podían hacer excelentes películas en High Definition? Yo no.